Alicia de los Ríos es la hija de una guerrillera de la Liga Comunista 23 de Septiembre, quien fue detenida en enero de 1978 –cuando Licha, como dicen a Alicia, era una bebé– y a partir de entonces está desaparecida. Desde que supo de niña que su familia le ocultaba la desaparición de su madre –con quien comparte nombre–, su búsqueda marcó su vida: marchaba de niña con su familia exigiendo su aparición con vida y ya en edad adulta no ha dejado de indagar pistas sobre su paradero: entrevista a sobrevivientes de la desaparición forzada y a parientes de otras víctimas, hurga en los archivos de la represión que conservó el régimen priista, estudia los circuitos de la desaparición y rastrea a perpetradores a quienes ha perseguido penalmente. Incluso, se mudó a la selva Lacandona una temporada para ver si su madre estaba con el EZLN.
Desde 2001, cuando le pidió una entrevista, la autora ha escrito sobre Alicia y acompañado sus diferentes búsquedas en psiquiátricos, archivos documentales o visitas a médiums, lo mismo para escribir reportajes que por amistad, y ahora en un proyecto de libro.
Hace tres años Alicia hiló testimonios de sobrevivientes de la desaparición forzada en el temible Campo Militar #1 (en CDMX) y trasladados a la base de Pie de la Cuesta, en Acapulco, con expedientes judiciales casi inéditos, creados cuando el PRI perdió el poder y se quiso juzgar los crímenes del pasado, ahí se enteró que su madre pudo haber sido una víctima de los “vuelos de la muerte”, ese método utilizado por las dictaduras del Cono Sur que consistía en tirar al mar a disidentes del régimen. Un método casi desconocido, poco hablado, y cuyo uso ha sido mucho menos reconocido en México.
En 2023, Alicia decidió visitar la base militar ubicada en la playa de Acapulco, de donde despegaban esos vuelos, y emprender el viaje por los lugares donde se perdió el rastro de su madre mencionados en los expedientes y en los testimonios, lugares que de tanto estudiarlos, y sin haber estado allí, conocía casi a detalle. En Acapulco buscó ancianos que vivieron en los años de la represión, a posibles testigos de las ejecuciones extrajudiciales como pescadores o lancheros, y a vecinos de la base militar para recoger sus recuerdos de aquella época feroz y reconstruir la historia de esa base (incluida la filmación de la película Rambo) para constrastarlos con los testimonios de sobrevivientes y testigos de aquel sitio emblemático de tortura, desaparición y muerte.
La historia dio un vuelco cuando Licha se encontró con una chamana que le llevaba un peculiar mensaje de su madre, quien la invitó a despedir a su mamá, ofrendarle flores blancas en el mar, agradecerle por su lucha y la de sus compañeros de militancia, y poner el alma en paz. De este viaje íntimo, entrelazado con las cartas que Licha ha escrito a su “jefita” a lo largo de los años, la cercanía de la autora con ella y su conocimiento del caso, surgió esta crónica. Ver trabajo.
Concepto del jurado
Este trabajo fue seleccionado como finalista por un jurado conformado por Martín Caparrós (Argentina), Sabrina Duque (Ecuador) y Karina Sainz (Venezuela).
“Es una historia ambiciosa, que brilla tanto por su destreza narrativa como por su investigación sobre los recorridos de una hija en busca de su madre desaparecida. La reportería es minuciosa y permite al lector acompañar cada paso”.
Sobre la autora
Marcela Turati
Es una periodista mexicana dedicada a la cobertura de derechos humanos.
Es autora de los libros San Fernando: Última parada, sobre asesinatos y desapariciones de migrantes en la frontera norte mexicana, y Fuego Cruzado, las víctimas atrapadas en la guerra contra el narco, sobre las víctimas de la violencia; ha coordinado también otros libros colectivos. Es co-fundadora de la organización Quinto Elemento Lab, dedicada a realizar investigaciones periodísticas y a acompañar a periodistas que investigan temas difíciles. Desde 2019 coordina el proyecto A dónde van los desaparecidos, de formación y reporteo sobre desapariciones de personas. Ha dedicado una buena parte de su trayectoria a la creación de redes entre periodistas, especialmente para protección entre colegas. Ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos el Reconocimiento a la Excelencia Periodística del Premio Gabo, en 2014, que compartió con el maestro colombiano Javier Darío Restrepo.