7 lecciones de periodismo de Jennifer Ávila, ganadora del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo

7 lecciones de periodismo de Jennifer Ávila, ganadora del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo

A sus 33 años, Jennifer Ávila se ha convertido en un referente de la investigación sobre corrupción y crimen organizado en Honduras. Su medio Contracorriente, fundado junto a Catherine Calderón, destaca por su inalterable compromiso con la verdad en uno de los países más difíciles para ejercer el periodismo. 

Jennifer Ávila es una periodista cuya excelencia no riñe su juventud. Con su ejemplo de periodismo profundo, vigoroso y ético, nos demuestra que el buen periodismo no muere y que hay un camino a seguir. 

Aquí están siete lecciones de periodismo que nos compartió la más reciente ganadora del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo durante la charla ‘Periodismo que ilumina en medio de la represión’, que tuvo lugar el 11º Festival Gabo.

1. El periodismo ilumina y no borra a conveniencia

Cuando ocurrió el golpe [a Manuel Zelaya en 2009], yo ya había decidido ser periodista, pero creo que el golpe marcó mi decisión sobre en qué trinchera ética me iba a poner. Una de las cosas que más me molestó del golpe fue el tratamiento en los medios de comunicación. Obviamente, nuestra sociedad ya estaba muy dividida, muy fragmentada. El golpe profundizó aún más esa fragmentación y rompió el tejido social (…) En mi pueblo, cerraron el medio –al que después yo fui a trabajar– que decía que era un golpe de estado. Lo cerraron los militares. Fue un despertar para mí. Dije: ‘No quiero hacer un periodismo que borre la sangre de las fotos de las personas asesinadas por militares. No quiero ser la periodista que profundice aún más esa polarización en mi país. Si no tengo un medio donde hacer lo que quiero, lo voy a fundar’”. 

2. El reto del periodismo es ver el panorama completo

Puede ser muy agobiante estar investigando y metiendo las narices en los expedientes todo el tiempo y no ver el panorama completo. Creo que eso nos ha sucedido a los periodistas. A veces hemos sido muy detallistas e hiperlocales en las historias y nos cuesta ver el panorama general. Nos hemos centrado solo en nuestros propios países. Pero la realidad es que el crimen organizado y los gobernantes no trabajan de esa manera. Ellos se copian y son aliados, hacen alianzas importantes en cuanto a cómo utilizar el internet y las redes sociales para sus narrativas. Y eso lo vimos en las campañas políticas. Los periodistas lo vimos después, pero ellos ya habían analizado cómo la gente se comunica en las redes sociales y en la mensajería, quiénes tienen credibilidad en la sociedad, y apuntaron a eso para difundir sus mensajes. Nos hemos visto ahogados en eso y nos ha costado entenderlo”.

3. Las redes son un campo de acción e influencia del periodismo…

“Hay que contarle a la gente que los periodistas también somos influencers. Tenemos que reconocernos como tal (…) En Contracorriente no bailamos en TikTok, pero hay que usar las herramientas y salirnos un poco de ese rollo de que somos grandes intelectuales de la información. Nos cuesta tener esa discusión. Pero sí es importante entender cómo la gente se está comunicando, dónde lo están haciendo y escucharla, escuchar hacia dónde están yendo sus discursos y también entender cuáles son las narrativas predominantes”.

“Estamos enfrentando esa trinchera en las redes sociales. Los ataques son por ahí. Los presidentes ya no dan conferencias de prensa, ya no dan entrevistas; todo lo dicen por Twitter. Pero también nos estigmatizan por Twitter y eso tiene efectos reales. Luego, ¿cómo podemos explicarle a la gente que un tuit o una narrativa así tan dañina afecta en la realidad, no solamente en la red social? Por eso es importante que podamos conectar, estar en las redes”.

4. … Pero el periodismo debe caminar junto con sus comunidades.

“Hemos ido a comunidades, a barrios donde no han leído Contracorriente. No es lo que ellos ven en sus celulares. Pero hemos ido a hablar porque muchas de ellas han sido nuestras fuentes nos han contado cómo es su barrio. Y su gran crítica es que los periodistas llegan, extraen la información y nunca vuelven. Nunca hemos platicado sobre el impacto de la noticia en su comunidad. (…) Muchos jóvenes dicen: “Todo está en internet, la inteligencia artificial lo hará todo. Ya no habrá periodistas, solo ponemos un prompt y nos tira una nota”. Es un desafío estar en la virtualidad pero no despegar los pies de la comunidad. Puede sonar muy básico porque el periodismo es así: tenemos que estar en los lugares para contar las historias. Puede sonar muy obvio, pero lastimosamente no lo es”. 

5. La rabia del/la periodista se canaliza con buen periodismo

“En Contracorriente, no hay una periodista mujer que no haya sido acosada sexualmente por sus fuentes, ya sean fuentes con las que tenemos confianza o personas que no solo hemos visto una vez, políticos, criminales. Contracorriente lo hemos pensado como un espacio seguro para soltar esa rabia, porque realmente es muy complicado, es muy duro vivir así (…) Las mujeres de Contracorriente hemos canalizado la rabia de ser mujer en un país tan machista y misógino haciendo periodismo y contando las historias de esas mujeres en las comunidades que tal vez nadie había escuchado”.

6. El periodismo debe narrar el horror, pero también a quienes lo resisten

“Creo que tenemos que contar más sobre la resiliencia de la gente. No vamos a dejar de contar el desastre, tenemos que estar ahí. Ya existen muchos medios que muestran lo bonito de Honduras. Voy a contar la otra parte porque hay menos medios que lo hacen. Pero al mismo tiempo que contamos el horror y sacamos a la luz a los culpables de ese horror, es importante reforzar las historias de resiliencia, de cómo la gente sobrevive. La gente que sigue viviendo en ese barrio que está completamente cercado por varios grupos criminales. La gente que busca a sus desaparecidos. Las madres a cuyas hijas asesinaron y siguen buscando justicia”. 

7. El periodismo es, sobre todo, una cuestión de honestidad

“Lo que tenemos que hacer es ser honestos sobre dónde está nuestra mirada, porque ese rollo de que somos objetivos e imparciales ya nadie se lo cree. Los medios de comunicación cuando hacen su promesa editorial tienen que ser honestos con su audiencia. [La de Contracorriente es] que vamos a poner nuestra mirada sobre las personas más vulnerables, en la búsqueda de justicia. Creo que es mejor ser honestos en cuanto a dónde ponemos nuestra mirada, a decir que somos imparciales”.