Premio Gabo 2022: La calidad en el hormiguero o las enseñanzas de David, por Germán Rey
Germán Rey en la charla Las imágenes que nos narran. Foto: David Estrada L / FNPI

Premio Gabo 2022: La calidad en el hormiguero o las enseñanzas de David, por Germán Rey

Germán Rey, investigador líder de El hormiguero: informe sobre el estudio de medios nativos digitales latinoamericanos 2022’ y jurado de la categoría Imagen del Premio Gabo 2022, reflexiona sobre los resultados positivos para este tipo de medios en el certamen.

Que dentro de los 31 trabajos seleccionados para la decisión final de la categoría Imagen del Premio Gabo 2022 haya habido por lo menos 14 medios nativos digitales es un hecho destacado que confirma su presencia, cada vez mayor, en el paisaje mediático iberoamericano, y lo que es aún más importante: su incidencia real en la calidad del periodismo que se está realizando en la región.

Probablemente, las sorpresas serían mayores si se revisaran los 291 trabajos que se presentaron este año al Premio Gabo en Imagen.

Si se tienen en cuenta los problemas de sostenibilidad económica y se comparan sus infraestructuras con los requerimientos habituales de la producción audiovisual, la sorpresa es aún mayor. Hasta hace unos años producir materiales audiovisuales era el privilegio de unas pocas empresas de medios que contaban con estudios, equipamientos sofisticados, presupuestos y grupos humanos de producción, distribución y comercialización.

Estas modificaciones en el paisaje mediático son el resultado de las innovaciones tecnológicas que han conmocionado el panorama de la creación de la imagen, además de una portentosa reconsideración de los modos de circulación de las imágenes, su difusión por múltiples pantallas, sus posibilidades de convergencia y sus modos de apropiación por parte de las audiencias. Los cánones estéticos se han movido, y no poco, y el acceso creativo ha experimentado una apertura que no se conocía hace años, mientras se han replanteado seriamente los usos personales y sociales de las imágenes, sus vinculaciones con diferentes áreas de la vida social, su entrecruce con la economía creativa y sus conexiones con las transformaciones etarias y de género.  

En este caso es también completamente aplicable la reflexión que hace Roger Chartier sobre los cambios que se viven en el mundo del libro, una creación mucho más milenaria que la producción audiovisual, aunque posiblemente no que la imagen y la visualidad, tan originarias como el propio ser humano (según los testimonios de Lascaux, Altamira o la cueva de Chauvet, tan bellamente documentada por Werner Herzog).

“La revolución digital de nuestro presente modifica todo a la vez”, escribe Chartier. “Los soportes de la escritura, la técnica de su reproducción y diseminación, y las maneras de leer. Tal simultaneidad resulta inédita en la historia de la humanidad”.

Pero también hay otras constataciones. En el Premio Gabo se encuentran las propuestas de los medios nativos digitales –el hormiguero– con las de medios globales y de reconocimiento nacional con una larga tradición informativa, salas de redacción robustas y capacidades económicas mayores, que también hacen propuestas interesantes, diferentes y en algunos casos arriesgadas e innovadoras. Lo que demuestra que las transformaciones se están dando en los que hemos llamado “medios volcados”; es decir, en las diferentes versiones digitales de los medios tradicionales que han migrado hacia el nuevo ecosistema, en los medios digitales de referencia, y por supuesto, en el hormiguero.

A la hora de las decisiones finales del Premio Gabo en Imagen, ganó un medio que ha sido digital desde sus inicios en 2014: el Observador de Portugal, con un trabajo sobre los estragos de la invasión rusa en Ucrania titulado “Reportagem multimédia em Andriivka. Radiografia de uma aldeia sob ocupação russa durante 30 dias” (Reportaje multimedia en Andréevka. Radiografía de 30 días de una aldea bajo ocupación rusa).

Como lo dice el jurado de la categoría en su acta, “este trabajo es el testimonio íntimo y complejo de una guerra lejana en el espacio, pero cercana en sus consecuencias. Los y las periodistas logran retratar la destrucción humana y estructural que deja a su paso una ocupación forzada, sin mostrar la crudeza de un cuerpo ensangrentado, empatizando a través de la utilización del testimonio de los ciudadanos de una aldea, que podría ser cualquiera, y acompañándolo del uso de nuevas herramientas audiovisuales que nos colocan de forma directa en el espacio y tiempo del suceso”.

“El abordaje –continúa el acta– retrata la violencia y el horror con el que se afrenta a la vida, se violenta el espacio íntimo y se invade la posibilidad misma de habitar el hogar. En medio de la destrucción que genera el invasor, se mantienen con honestidad los lazos que unen a las comunidades”.

Y junto a este trabajo estuvieron los de un medio del hormiguero, Baudó Agencia Pública, que a falta de uno tuvo dos trabajos nominados en el Premio Gabo: una reconstrucción digital forense del asesinato del activista colombiano Lucas Villa por sicarios en motocicletas, en un puente de Pereira, durante las protestas sociales de 2021, y un excelente trabajo sobre Tribugá y las tribulaciones que viven sus habitantes frente a los peligros que amenazan el bello paraje en que viven. En el primero aparecen colaborativamente tres proyectos nativos digitales: Cerosetenta, La Liga Contra el Silencio y  Bellingcat, todas experiencias del hormiguero.

Baudó Agencia Pública se presenta públicamente diciendo que “nació en un viaje de 12 horas por el río Caquetá en la Amazonia colombiana(…) Somos una agencia independiente que gestiona y desarrolla proyectos innovadores de coberturas periodísticas relacionadas con medio ambiente, paz y memoria, conflicto, género e inclusión”.

Los medios nativos digitales no son simplemente grupos de davides con hondas en sus manos y gigantes cerca, sino una cantidad de propuestas que están refigurando, de manera muy diversa, las formas de hacer información, de compartirla, de proponerse incidencias y de explorar narrativamente un continente. Como dicen los periodistas, “en Baudó no hay fuentes, no hay audiencia, no hay trabajadores; hay amigos, hay comunidad, hay redes, que se crean a partir del aprendizaje mutuo y de la coexistencia. Creemos en un periodismo frontal, crítico, colaborativo. Creemos en un periodismo transparente que les haga frente a los temas de derechos humanos. Un periodismo que conecta comunidades con aliados estratégicos. Un periodismo que se asume a sí mismo como un actor para la transformación social”.

Ya no se trata de la competencia entre David y Goliat, porque el panorama del hormiguero está resaltando, por una parte, lecciones aprendidas del periodismo convencional, pero también rediseños que se apartan de las rutas informativas más conocidas. Entre las primeras están los valores orientadores de lo mejor del periodismo de siempre como el pluralismo, la investigación, la honestidad, la equidad o la independencia y entre los segundos, la variación de las alianzas para la construcción de información, el descentramiento de las temáticas y los enfoques de los lugares y las aproximaciones habituales o el desprendimiento de las obligaciones generalistas de representación de la realidad que han sido puestas en cuestión.

El paisaje mediático ni es uniforme ni tiene un diccionario similar, a pesar de que se utilicen palabras semejantes. Hay diferencias muy marcadas entre el ideal del periodismo convencional y los periodismos emergentes, que resultan familiares con las distinciones que existen también hoy en la política, la democracia o las comprensiones de la vida social: el sentido del poder, el papel de lo subjetivo,  las diferencias entre público objetivo y comunidades, la visión generalista de los medios tradicionales y los énfasis territoriales de los medios del hormiguero, la marcada identidad mediática del pasado y las opciones colaborativas en auge, las modulaciones estratégicas de los grandes medios y la frontalidad que acercan a algunos periodismos contemporáneos a una clase de activismo y las disímiles comprensiones de lo que se entiende y se busca como transformación social los diferencia. Y estas diferencias inciden en sus formas de trabajo, el enfoque de sus narrativas, la naturaleza de su acción y sus diversos sentidos de pertenencia al paisaje mediático de la sociedad.

Se confirma la naturaleza de la agenda de estos medios que se constató en el estudio de la Fundación Gabo y Google News Initiative y especialmente las formas de abordarla. De la experiencia del Carare Opón propuesta por “El otro camino”, se derivan implicaciones nacionales e internacionales de otros modos de comprender el desarrollo socioeconómico o de los problemas de Tribugá, acciones necesarias para la preservación del medio ambiente que tienen bastante claras los habitantes de los lugares amenazados. En “Una palabra complicada” un medio digital como La vida de nos narra las tribulaciones de los movimientos sociales en Venezuela con una intensidad y veracidad que no es siempre la habitual en los medios de comunicación y que ratifica lo que acaba de encontrar el Informe de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y en “El asesinato de Lucas Villa” se hace una reconstrucción escalofriante de cómo ocurrió el asesinato del joven activista en un viaducto de Pereira durante el llamado estallido social, a partir de videos caseros y técnicas de reconstrucción forense que ya no solamente describen los hechos, sino que ayudan a explicarlos.

Hay otras conclusiones interesantes en este papel de los medios nativos digitales. Su relación con organizaciones sociales y ciudadanas de tal manera que la información ya no es un campo acotado y especializado de los medios, sino también un campo compartido como sucede con los trabajos presentados por la Comisión de los derechos humanos del Estado de México o la Unidad de periodismo de investigación NMas Focus y su informe audiovisual sobre “Tulum: un paraíso ilegal”. 

Aparecen creaciones nuevas, artefactos sociales que unen la memoria con la información y las tecnologías, como sucede con Entreriosmuseo.co, que es una experiencia en que se hace investigación, se genera información pertinente a la sociedad y se construye patrimonio de la memoria sobre una dura realidad territorial.

“Más de la mitad de los nominados del Premio Gabo 2022 provinieron de medios nativos digitales”

La aparición del hormiguero en la nueva categoría de Audio del Premio Gabo no es una casualidad. Entre los nominados están, Podimo, una plataforma de pódcast y audiolibros, Alharaca, una plataforma feminista que trabaja de forma colaborativa en la intersección entre periodismo, arte, academia y nuevas tecnologías, Audible latino, Radio Novelo, una productora brasilera creada en Rio en el 2019 o La No Ficción, una productora colombiana de pódcast; junto a ellos, están productores reconocidos como Las Raras de Chile, Radio Ambulante y su alianza con Vice News en El Hilo, la revista digital argentina Anfibia inspirada durante años por Cristian Alarcón y Pluma Volátil que se define como una experiencia venezolana de periodismo narrativo en texto, sonido y video seria pero con humor. Una representación a todo dar del hormiguero.

En los nominados del Premio Gabo de Cobertura la excepción no son las hormigas sino los medios convencionales, de los que sobresalen Globo News, El País, France Press y el Jornal O Estado de São Paulo. Todos los demás pertenecen claramente al hormiguero y entre ellos están La Silla Vacía, Armando Info, Prodavinci, Mexicanos contra la corrupción y la impunidad, Insight Crime, El Faro, Prensa Comunitaria, Quinto Elemento Lab, Revista 5w, La Marea, Agencia Ocote y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), entremezclados en uno de los géneros clásicos del periodismo, la cobertura, destinado a resaltar los grandes temas, la continuidad de la información, la investigación y el seguimiento cuidadoso y la contundencia de los hallazgos.

Lo que llama la atención es que el hormiguero no se pasee solamente por los terrenos que les serían más reconocibles y propios (por ejemplo, la innovación o el pódcast) sino por los territorios que han sido colonizados por los medios tradicionales durante décadas. ¿Qué puede surgir de esta presencia novedosa y en parte diferente? En “La vida de las hormigas”, un libro memorable recientemente publicado en una bella edición por la Colección Bolsillo de Duende del Taller de Edición Rocca, Maurice Maeterlink escribió precisamente que “La materia es demasiado rica, demasiado vasta, se ramifica sin cesar y el interés se desvía, se dispersa en todas direcciones. Ninguna unidad es posible; no hay centro”.

Los centros que identificaban un género ahora se ramifican como se observa en la composición de los nominados de esta modalidad del Premio Gabo. La definición que el escritor francés hizo en 1930 es totalmente aplicable a lo que el estudio de la Fundación Gabo, apoyado por Google Initiative encontró 90 años después. Solo que en el segundo caso se trata de una poderosa metáfora de un fenómeno nuevo en el campo de los medios de comunicación: el crecimiento de los medios nativos digitales.

Que los medios de comunicación se están transformando a profundidad es un lugar común. Pero, por más lugar común que sea, los cambios son interesantes y originales. También dramáticos.

Junto a los medios de comunicación tradicionales –prensa, radio y televisión– han aparecido sus versiones digitales que prácticamente han finalizado ya su migración hacia el nuevo ecosistema digital a través de diversos modelos y modos de operación. Los periódicos aún se deslizan por debajo de las puertas, pero ahora más fácilmente porque sus ediciones en papel adelgazan cada vez más su grosor informativo de otros tiempos. El ecosistema se ha multiplicado: junto a los blogs y las redes sociales, y donde están también las plataformas por streaming, los pódcast, las newsletters o los grandes fondos de datos.

Más de la mitad de los nominados del Premio Gabo 2022 provinieron de medios nativos digitales y ese hecho está indicando varias cosas: que la calidad también está presente en el hormiguero, que posiblemente las nuevas estructuras de estos medios les permiten una concentración mayor en trabajos de largo aliento, proyectos colaborativos y énfasis en temáticas que trabajan con continuidad, que los medios nativos digitales de referencia han construido a través de sus años de existencia una producción informativa cualificada, que en algunos de los medios digitales hay una curaduría exigente que tiende a diferenciarse del trabajo tradicional de los editores y que las alianzas logradas con organizaciones sociales están incidiendo en la calidad.

Cobertura, Audio e Imagen son las modalidades con mayor presencia del hormiguero en el Premio Gabo 2022, seguidas de Texto y Fotografía. Es un buen panorama de partida. Lo que es bien seguro es que continuará modificándose el paisaje informativo y de los medios en América Latina y que esa modificación tendrá que ver, en buena parte, con los nuevos habitantes de sus hormigueros. 

Sobre Germán Rey

Miembro del Consejo Rector del Premio Gabo, jurado del Premio Gabo 2022 – categoría Imagen y director de ‘El hormiguero: informe sobre el estudio de medios nativos digitales latinoamericanos 2022’ de la Fundación Gabo con apoyo Google News Initiative. Profesor en la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana y defensor de los Oyentes del sistema público de radio de Colombia.