Diego Martínez, o la pasión por el oficio de editor
Diego Martínez, director de información de El País de Cali

Diego Martínez, o la pasión por el oficio de editor

Por Catalina Villa

Diego Martínez tenía 14 años y cursaba segundo de bachillerato en el Gimnasio Moderno de Bogotá cuando supo que quería ser periodista. Hasta entonces su única relación con el oficio era la de ser un lector obsesivo de cuanta historieta de Tintín—el inquieto reportero belga creado por Hergé—  se encontrara en su camino. Ese año, sin embargo, cuando el profesor Rigoberto Prieto les asignó a él y sus compañeros la lectura de ‘Relato de un náufrago’ de Gabriel García Márquez, Martínez supo con claridad que quería dedicarse a eso mismo: a narrar las desventuras, hazañas y verdades de personajes reales, como aquellas del célebre marinero Luis Alejandro Velasco quien tras el naufragio del ARC Caldas había logrado sobrevivir diez días en una balsa a la deriva. “Esa historia fue para mi una epifanía”, recuerda.

No pasó mucho tiempo antes de que se convirtiera en el escribano de la clase. Redactaba poemas, columnas y ensayos. En el último año, cuando, para la revista El Aguilucho les pidieron escribir perfiles de sus compañeros de clase, Martínez terminó escribiendo 25 de los 28 textos, ante la insistencia de sus condiscípulos remolones para quienes eso de juntar palabras equivalía a la peor penitencia.

Una vez graduado de bachiller inició sus estudios de comunicación social, primero en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y luego en la Javeriana de Bogotá.  Estando en sexto semestre una prima de su mamá, Elvira Lloreda, accionista de El País de Cali, le ofreció hacer las prácticas en la sede del diario en Bogotá, propuesta que aceptó de inmediato. Arrancó el 1 de junio de 1984 y a los quince días ya le habían publicado su primera entrevista: una conversación con Álvaro Monroy Guzmán, el primer presentador de la televisión colombiana, a propósito de los 30 años de la creación de la institución. “Esa fue una especie de chiva, porque ningún otro medio lo entrevistó; logré sacarle al personaje una cantidad de anécdotas sobre esa primera emisión que muy pocos conocían. Además, me sirvió para que Jorge Téllez, mi jefe de entonces, me prestara atención, pues creo que me tenía destinado para cortar cables o ir a buscar las pilas para las grabadoras”.

Durante sus primeros años, la carrera de Martínez osciló entre el periodismo y la comunicación organizacional, no por desencanto del oficio sino por la necesidad de tener un mejor salario para sostener a su familia.  Casado con Susana Santamaría y con su primera hija en camino, vivir del periodismo no le resultaba fácil. Así que las veces que no estuvo recorriendo las calles de Cali en busca de noticias como reportero del área metropolitana, trabajó en Propal y en la FES e, incluso, en una empresa farmacéutica en Madrid, estancia en la que aprovechó para escribir esporádicamente para El País de España. “Hasta que un día dije no más, me dedico al periodismo que es lo que a mí me apasiona de verdad”.

Fue así como en 1994 regresó de manera definitiva a El País de Cali. Desde 2007 ocupa el cargo de Director de Información, bajo la dirección general de María Elvira Domínguez. Dentro de los cargos que ha desempeñado en esa casa periodística se cuentan el de reportero local, director de la Unidad de Análisis, director del Centro de Consulta, director de proyectos especiales donde creó periódicos regionales como Nariño Al Día y Pacífico Al Día, asistente del director, director de la oficina de Bogotá, editor de Cali, jefe de redacción y subdirector de información.  Un recorrido intenso en el que asegura haber tenido tres grandes maestros que lo ayudaron a formarse no solo en el periodismo sino en la vida: Luis Cañón, Gerardo Bedoya y Rodrigo Lloreda Caicedo. “De Luis aprendí la importancia de la planeación en el periodismo; la certeza de que en este oficio no se puede improvisar. De Gerardo, la rigurosidad en la escritura sin importar las veces que haya que devolver un texto. Y de Rodrigo, que hay que saber escoger las batallas que uno quiere librar”.

Una de esas batallas dio sus frutos en diciembre de 2006 cuando se conoció el fallo de la Procuraduría General de la Nación que destituía al alcalde de Cali, Apolinar Salcedo, y lo inhabilitaba por 16 años para ejercer cargos públicos. Diego Martínez Lloreda, para entonces subdirector de información del diario El País, tuvo en ese momento la certeza de que más de dos décadas dedicadas al periodismo no habían pasado en vano.

La razón es esta: durante meses, él y un puñado de editores y periodistas, espoleados por el caos de una ciudad que parecía naufragar en medio de la inseguridad, las basuras, una malla vial desbaratada, los crecientes rumores de corrupción y una ciudadanía agotada que pedía a gritos la revocatoria del alcalde, se empeñaron en un objetivo: descubrir por qué a pesar de las advertencias de una parte del Concejo, el Ministerio de Hacienda y la Procuraduría regional, se había firmado un contrato seis días después de la fecha límite que comprometía los recursos de la ciudad más allá del periodo de su gestión, sin mayores garantías.

Tras escarbar entre archivos y documentos oficiales, el diario dejó al descubierto que la licitación había sido prácticamente hecha a la medida de la dudosa empresa. “Esa fue la cabeza para iniciar el proceso que terminó con la destitución de Apolinar”, cuenta hoy Martínez, 12 años después, desde su oficina del diario El País. “Y fue para mi la comprobación de que este oficio sí sirve para algo. Pudimos llegar a la verdad en un momento en que Cali tanto lo  necesitaba”. Conoce las razones de comité elector para otorgarle el Reconocimiento Clemente Manuel Zabala a Diego Martínez.

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Si hay una cualidad periodística de Diego Martínez en la que la mayoría de sus colaboradores coincide es su amor por la profesión. Así lo destaca Paola Gómez, jefe de redacción de El País y quien lleva trabajando a su lado cerca de 20 años.  “Su compromiso con el oficio es inmenso al punto que nos recuerda siempre que esta redacción es igual a una sala de urgencias de un hospital. Nos motiva a estar atentos a cualquier detalle, a hacerle seguimiento a cada noticia, a nunca olvidar la contraparte, a cuidar el lenguaje, a enfrentarnos a cada título como un reto. Es increíble pero él nunca se enferma, nunca se desanima, nunca baja la guardia. Aquí lo vemos de lunes a sábado, siempre dispuesto a ofrecer un punto de vista nuevo, retando su creatividad. Es un verdadero ejemplo”.

Diego es reconocido además por defender la importancia de la crónica, los reportajes y las investigaciones de largo aliento en el periódico en momentos en que muchos otros  medios privilegian los contenidos que surgen de las dinámicas impuestas por las redes sociales y su inmediatez. “En tiempos de crisis, cuando las redacciones se adelgazan, él ha logrado mantener la columna vertebral de la redacción”, resalta Paola.

Hugo Mario Cárdenas, editor de la Unidad Investigativa, quien asegura haber tenido el respaldo de Martínez en todas las investigaciones que ha emprendido, muchas de las cuáles han sido premiadas en el país por su gran nivel periodístico, afirma que gracias a su liderazgo El País es hoy reconocido como el mejor periódico de provincia y uno de los mejores en el país, en donde prima la búsqueda de la verdad. “Paciente en los procesos, estricto con el buen uso del lenguaje, abierto a la enseñanza e implacable con el producto final que llega a los lectores, Martillo, como se le conoce por su columna de opinión, ha convertido a la redacción en un modelo y una escuela de buen periodismo”.

En eso coincide Ana María Saavedra, hoy periodista de Colombia Check y quien fuera primero periodista y luego editora judicial a lo largo de 16 años en El País. “En las grandes noticias él trabajaba parejo con nosotros. Nos ayudaba a editar las notas y en ese sentido uno sentía el respaldo”.

Muchas de esa cualidades lo llevaron en 2011 a ser reconocido como el Periodista del Año, una de las categorías más importantes de los Premios de Periodismo Simón Bolívar. El jurado, compuesto por Ernesto Mc Causland, Jorge Orlando Melo, Margarita Vidal, María Elvira Bonilla, Mario Galofre y Beatriz Helena Mejía destacó en su carta de motivos un trabajo de denuncia periodística para contribuir a la depuración de las costumbre políticas en el Valle del Cauca. “Los informes coherentes y sistemáticos del periódico fueron contundentes para revelar los excesos y abusos del Gobernador del Valle. Estos contribuyeron no solo a mantener informada a la opinión pública regional sino que tuvieron efectos sobre decisiones de carácter disciplinario y judicial, relativos al funcionario”.

Al respecto, la editora política Judith Gómez, quien tuvo a su cargo la cobertura de los hechos que llevaron a la destitución de Juan Carlos Abadía como gobernador del Valle, anota que “fue Diego el primero en apoyarnos sin restricciones para publicar toda la información que conseguíamos. Eso nos permitió ser de los primeros en la prensa escrita en denunciar la reunión política que hizo Abadía con el precandidato Andrés Felipe Arias y algunos alcaldes en una finca en Rozo. Luego nos apoyó para ir al terreno de los hechos y averiguar más detalles y poder armar la historia del caso. De ahí en adelante no soltamos el tema. Hasta que cayó el gobernador”.

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Hincha infatigable de Millonarios, equipo por el que profesa un amor incondicional desde que tenía 4 años, Martínez solo se desconecta del oficio los sábados cuando juega golf y disfruta de su familia, conformada por Susana, su esposa —una destacada otorrinolaringóloga—, y sus hijos Laura y Juan Diego; al medio día, de lunes a viernes, cuando dedica media hora de lectura al libro de turno —cuánto mejor si es sobre la Guerra Civil española, tema que lo apasiona—; y cuando juega su equipo del alma.

El resto del tiempo su vida gira en torno a la redacción de El País. Allí ha procurado liderar a su equipo bajo la política de las puertas abiertas. “Su oficina siempre está disponible para quien necesite consultarle algo, bien sea un consejo profesional o personal. Tiene la nobleza suficiente para reconocer cuando se ha excedido en un llamado de atención o cuando no ha tenido la razón en algún argumento, y no tiene problema en hacer borrón y cuenta nueva”, cuenta Paola Gómez. Quizás por su mezcla de procedencias: es costeño por parte de su padre, caleño por parte de su familia materna y bogotano de crianza, Diego le ha impuesto un tono informal a su estilo de dirección. “Creo que el humor es un buen ingrediente para una profesión en la que todos estamos trabajando bajo presión”.

Hoy, cuando celebra haber sido ganador del Reconocimiento Clemente Manuel Zabala que cada año otorga la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano a editores comprometidos, Diego Martínez solo espera que esto contribuya a dejar un legado entre su equipo de trabajo que es, a su juicio, el más importante de todos: la pasión por el oficio. “Creo que en 30 años dedicados al periodismo, no me he levantado ni un solo día renegando de mi profesión. Por eso, si logro trasmitir esa pasión por el periodismo a mis colaboradores, con eso me basta; me doy por bien servido”.