Relatoría del juzgamiento del Premio Gabo 2022 – categoría Texto
Por David Lara Ramos
El jurado del Premio Gabo 2022 en la categoría texto estuvo integrado por la periodista Mónica González, de Chile; Ricardo Viel, escritor y periodista brasileño y Sergio Vila-Sanjuán, periodista y editor del suplemento cultural del diario La Vanguardia de España. Sesionó los días 21 y 22 de septiembre en el Claustro de la Merced, en Cartagena de Indias, Colombia.
Se valoraron 48 trabajos, luego de una preselección realizada por periodistas, escritores y editores de América Latina, España y Portugal, de amplía trayectoria y reconocimiento.
Los 10 trabajos finalistas, a juicio del jurado, son ejemplos de excelente trabajo de reportería, investigación, rigor en el tratamiento de los datos y claridad en las intenciones narrativas. De esos 10 textos, el jurado escogió como ganador a “El polizón y el capitán”, escrito por el periodista Ricardo Robins, publicado en seis entregas en el portal Rosario3 de Argentina.
El jurado destacó su estructura sólida, la reportería rigurosa y forma como evidencia vacíos jurídicos sobre el tema de la migración transnacional y los abusos en alta mar que, en la mayoría de los casos, quedan en la impunidad.
Narración y desamparo
En una ronda de primeras impresiones sobre los 48 trabajos preseleccionados se reconoció un periodismo valiente, preocupado por realidades complejas de una América Latina desamparada. Las historias ponen en evidencia a gobiernos que se dedican a intereses diversos, menos a entregar bienestar a los ciudadanos. Gobiernos que abusan del poder, que violan de forma sistemática y constante los derechos humanos.
Esa realidad se manifiesta en temas como la migración transnacional, la devastación ambiental; la despreocupación por etnias que habitan ciudades y campos; la explotación laboral, reflejada en oficios indignos revestidos de sofisticada tecnología, pero desprovisto de condiciones laborales dignas.
Mónica González, periodista y miembro del consejo rector de la Fundación Gabo, manifestó que muchos periodistas en América Latina están narrando el abandono en el que están los ciudadanos: “Lo que se está contando es la ausencia del Estado, son problemas que se podrían revertir con instituciones sólidas, con mejores relaciones entre los Gobiernos, con entidades comprometidas con el bienestar de la población”. Estableció que ese desamparo se refleja también en las condiciones laborales en que los periodistas ejercen su oficio, en especial en países en donde el irrespeto hacia la libertad de expresión es una constante. Mencionó países como Guatemala, Nicaragua, El Salvador, en los que se persigue a los periodistas que ejercen con responsabilidad y ética su labor.
González dijo que el desamparo se ve en periodistas que realizan su oficio en total soledad, sin la compañía de otros colegas que respalden sus búsquedas. Sin embargo, concluyó que los trabajos preseleccionados reflejan el oficio deseo permanente de aportar a una sociedad deteriorada y abandonada por sus Gobiernos, e insistió en que el periodista en su soledad, en sus afanes del día, necesita compañía, recursos económicos y editores para que la realidad que vivimos en América se pueda contar mejor.
Sergio Vila-Sanjuán aseguró que esa soledad se observa en la carencia, en ciertos casos, de editores que hagan brillar mucho más del texto que se escribe. “Editores que encuentren el tratamiento adecuado, la estructura sólida para contar realidades duras, que abruma en todos los textos leídos”, comentó.
La dureza de esas realidades exige editores curtidos para que el texto no se desborde en adjetivos, en giros innecesarios, en tratamientos obvios o en la ausencia de una voz narrativa novedosa, que ha de convertirse en la gran obsesión de todo narrador.
Por su parte, Ricardo Viel observó, en algunos trabajos, el uso protagónico de una primera persona que encuentra desmedida, desequilibrada. Para él, un buen ejemplo de equilibrio entre primera persona y narración es el trabajo “Las luciérnagas se apagan: el desastre ambiental en Tlaxcala”, de Diana Amador, publicado en la revista Gatopardo, México. Reconoció un delicado filón poético, un lenguaje cuidado que hacen que la autora se luzca por la disposición de los elementos en el texto mas no por el uso exagerado de la primera persona.
Servio Vila-Sanjuán reconoció, por su parte, que la primera persona es un buen recurso literario que se conecta muy bien con el lector, pero esa dosis ha de ser bien medida, porque se corre el peligro del protagonismo innecesario y narcisista.
“En mi época la primera persona estaba prohibida -agrega Mónica González-, porque así uno sufra un momento extremo, hay que reconocer que nuestro oficio se basa en contar al otro. Cuando uno escribe, puede ser cálido, cercano, sin recurrir a la primera persona”.
El juzgamiento
Durante la jornada del día 21 de septiembre, el jurado trabajó en la selección de los 10 finalistas en la categoría texto. Cada jurado nominó los trabajos que cumplían con tres criterios esenciales: uso del lenguaje y edición; novedad en la propuesta narrativa y rigor en la investigación.
Al finalizar la tarde fueron elegidos los 10 finalistas, a pesar de algunas diferencias de criterio entre los jurados, quienes supieron confrontar sus argumentos para llegar a un consenso definitivo.
Sobre el trabajo “El polizón y el capitán”, de Ricardo Robins, los tres jurados estuvieron de acuerdo en que era el ganador. Mónica González aseguró que se trata de un texto ejemplar, una historia que construye unas líneas de tiempo bien hechas, que atrapa como un gran texto de ficción por los detalles, las escenas, los testimonios, y al final te das cuenta que estás ante un relato compacto y que todo es verdad.
Durante la sesión, González verificó algunas de las fuentes citadas por el periodista Ricardo Robins; corroboró así la seriedad y el rigor en el trabajo de reportería, la manera como alienta la narración con interpretación de la realidad y la información precisa que obtiene de archivos legales y documentos, para matizar las líneas dramáticas de la historia.
Para Sergio Vila-Sanjuán, si bien las dos historias del texto de Ricardo Robins están alejadas en el tiempo, lo que, a su juicio, pareciera una desconexión entre la historia del capitán y la del polizón, hay allí una propuesta de involucrar al lector. Se propone un tema actual, mundial, que merece ser contado en sus complejidades. “Me he sentido muy impactado por la lectura de todos los trabajos. Hay una violencia muy presente, se conecta con una realidad tremenda. Violencias de todo tipo tienen mucho peso en los textos finalistas, el periodismo de América Latina muestra con ello valentía y esperanza a pesar de realidades durísimas. Eso es de admirar”.
Ricardo Viel, quien vive en Portugal, estuvo de acuerdo con Sergio Vila-Sanjuán, dado que esos temas no están siendo abordados de forma profunda por la prensa europea a pesar de ser receptores de migrantes.
Luego de la exposición de una serie de argumentos sobre los temas y las historias tratadas se propuso releer algunos textos y, en una nueva sesión, completar el número de trabajos finalistas.
Uno de los textos que se propuso para su relectura fue el titulado, “Muerte de un amigo en Brooklyn: ‘Solo lo sabían las personas que consumían con él’”, escrito por Argemiro Barro. Al respecto, Mónica González dijo que el texto es una advertencia sobre la muerte silenciosa de miles de adictos en Estados Unidos. “Un relato directo, sincero. Se trata de un amigo del periodista, efectivamente, y eso está claro desde un comienzo. El periodista habla con amigos, familiares, médicos, va contando cómo se acerca a sus fuentes y va aportando datos sobre el consumo, la adicción y la muerte por abuso de las drogas ilícitas, que es una especie de pandemia que deja millares de muertos al año”.
Ricardo Viel destacó el uso acertado de la primera persona, sin frases narcisistas, sin un ‘yoísmo’ exagerado que se entrometa sin razón. “Me parece que es un problema de generaciones más jóvenes de periodistas. Me formé con la idea de que el periodista no es noticia; quizá allí se refleja la ausencia de editores que pueden decir ‘saca eso de ahí’. El uso de la primera persona siempre es un dilema para la gente que escribe reportajes. Creo que, en los trabajos que hemos evaluado, en algunos funciona muy bien, porque son textos cercanos; te das cuenta que la persona estuvo allí, pero es invisible para el lector. Es importante que el periodista esté, que sienta los olores, que tome la temperatura, que construya una atmósfera. Para eso no hace falta decir: ‘yo estuve, yo fui, yo entré, yo vi, yo probé’”.
A la discusión sobre la primera persona le siguió la del uso de los adjetivos en realidades duras, crueles. En la mayoría de los casos resultan prescindibles. A juicio de Ricardo Viel: “Lo que se está contando resulta tan brutal que los adjetivos son innecesarios”.
Sergio Vila-Sanjuán aseguró que el uso abusivo de la primera persona y los adjetivos reflejan la ausencia del editor, de la guía y lectura de un profesional que dé pistas sobre abordajes, intenciones, búsquedas. Consideró que algunos de los trabajos presentados son interesantes, con temas novedosos, hasta con buena reportería, pero con muchas deficiencias en el uso del lenguaje, en su estructura y en la organización de la información: “Llevo más de 30 años editando textos; es un tema delicado, porque cuando un editor interviene el texto, interviene sobre la producción intelectual del autor, y esos son terrenos sensibles. La responsabilidad de un editor exigente está por encima del ego y del orgullo profesional. Un editor está pensando en el lector, que el texto le despierte una serie de atractivos, que lo cautive desde su comienzo”.
Vila-Sanjuán, reconoció que algunos trabajos son un volcado de datos que no toman la forma de un relato, de una crónica, de un texto ejemplar. Mencionó algunos textos que se caracterizan por su buena edición, lenguaje y recursos atractivos para el lector, tales como: “La difícil relación entre pandillas y empresas en Haití”, escrito por Alberto Arce; “Amenazados: Las últimas tribus aisladas de Brasil”, de Naiara Galarraga y “El problema sigue creciendo: hipopótamos a la venta en Colombia”, de Diana María Pachón, entre otros.
Para cerrar la sesión de juzgamiento, el jurado barajó algunas ideas importantes sobre el periodismo como servicio y cuánto aporta un trabajo periodístico a una mejor comprensión de la sociedad. Mónica González, al referirse al trabajo “Amenazados: Las últimas tribus aisladas de Brasil”, subrayó el aporte que el texto da al tema étnico, su valoración, la importancia del territorio para comunidades que han sido históricamente vulneradas.
Sergio Vila-Sanjuán reconoció en el trabajo “Menores no acompañados, las víctimas invisibles del éxodo venezolano en Norte de Santander”, escrito por Rafael Sulbarán, una mirada a la migración desde la experiencia dramática de niños y niñas. Para Vila-Sanjuán, no solo hubo una preocupación por narrar una historia, sino también en brindar mucho contexto, al tiempo que se buscó dar respuesta a la mayor cantidad de porqués.
Sobre las preguntas que a veces se plantean ciertos autores en sus textos, Mónica González fue enfática al advertir que, si un periodista anuncia a su lector un interrogante, tiene la obligación de responderlo en el desarrollo de su texto, sin dilaciones ni engaños.
En tal sentido, el trabajo titulado “A máquina oculta de propaganda do iFood”, escrito por Clarissa Levy, revela una forma de esclavitud actual, a juico de Mónica González. Agrega: “Es uno de los problemas más grandes de América Latina es la informalidad laboral. El trabajo revela los niveles de sofisticación de esas empresas: usan estrategias de comunicación, agencias de publicidad, suplantan personas, crean mentiras con un soporte tecnológico y cada vez más se expanden por todo el mundo”.
El periodismo debe mostrar con sus historias realidades que a veces están en el seno de la sociedad sin ser advertidas. Sergio Vila-Sanjuán resalta el placer que le produjo leer la crónica “La Selecta cuenta nuestra historia en espanglish”, del periodista Nelson Rauda. “Es la historia de la selección de futbol de El Salvador que se ha ido conformando por hijos de migrantes salvadoreños nacidos o criados en Estados Unidos, que no conocían su país de origen o no hablan español. El periodista trabaja la conexión entre el deporte y un tema social como la migración hacia el país del norte. Un tema original, bien narrado, bien documentado, que me recordó un clásico del periodismo narrativo, como lo es Invictus de John Carlin”.
Para cerrar, Mónica González reconoció el enorme poder de las historias para entender la realidad. Alabó la capacidad metafórica de los buenos reporteros para interpretar y mostrar la vida de formas novedosas, llenarnos de contexto y explicar las complejidades de una América, que, en medio de una crisis de los Estados, tiene en el periodismo muchas esperanzas.
Perfil de los jurados
Mónica González (Chile)
Una de las periodistas de investigación más reconocida de América Latina. Es fundadora del Centro de Investigación Periodística (CIPER), un medio alternativo de periodismo de investigación que ha sido reconocido por sus reportajes que han desvelado casos de corrupción en Chile. González se desarrolló como periodista de investigación durante la dictadura de Augusto Pinochet, publicando sus trabajos en revistas críticas con el régimen. Entre los reconocimientos que ha recibido por su trabajo periodístico están el Premio María Moors Cabot, otorgado por la Universidad de Columbia, el Premio de la Fundación Gabo en la categoría Homenaje, entregado en 2006 y el Premio Nacional de Periodismo de Chile en 2019. Es miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo y responsable del Consultorio Ético.
Ricardo Viel (Brasil)
Es periodista y cuenta con un máster por la Universidad de Salamanca. Colabora con diversas publicaciones brasileñas y extranjeras como Piauí, Continente y los periódicos Valor Económico y Globo. Desde 2013 trabaja en la Fundación José Saramago como director de comunicación. Fue uno de los organizadores del libro Com o mar por meio – uma amizade em cartas(Companhia das Letras, 2016) , que reúne la correspondencia entre José Saramago y Jorge Amado, coautor del álbum biográfico Saramago, sus nombres (Alfaguara, 2022) y autor de Un país levantado en alegría (Alfaguara, 2018) y Sobre a ficção – conversas com romancistas (TAG, 2020).
Sergio Vila-Sanjuán (España)
Periodista y novelista, dirige el suplemento Cultura/s del diario barcelonés La Vanguardia. Ha publicado diversos estudios sobre el mundo del libro y la edición española e internacional, como Pasando página (2003), El síndrome de Frankfurt (2007) o Código best seller (2011), así como la biografía El joven Porcel (2021). Ha recogido sus textos de periodismo cultural en Crónicas culturales (2004), La cultura y la vida (2013) y Vargas Llosa sube al escenario y otros perfiles (2022).
Es autor de la trilogía narrativa formada por Una heredera de Barcelona (2010), Estaba en el aire (Premio Nadal 2013) y El informe Casabona (2017), que combina la memoria familiar y la crónica de época. Ha escrito también las obras de teatro El club de la escalera (2014) y La agente literaria (2018).
Fue comisario del Año del Libro y la Lectura 2005 y es miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. Premio Nacional de Periodismo Cultural 2020. Premio Giménez-Frontín al diálogo entre culturas.
Sobre el Premio Gabo y el Festival Gabo
Es convocado por la Fundación Gabo con el objetivo de incentivar la búsqueda de la excelencia, la innovación y la coherencia ética en el periodismo, con inspiración en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez. El Premio Gabo y el Festival Gabo son posibles gracias a los grupos Bancolombia y SURA con sus filiales en América Latina. Para mantenerte al tanto de las novedades del Premio Gabo y del Festival Gabo, puedes suscribirte a nuestro boletín o seguirnos en nuestras redes sociales: Facebook, Instagram y Twitter.