Discurso de Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabo, en la ceremonia del Premio Gabo 2025

Discurso de Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabo, en la ceremonia del Premio Gabo 2025

Discurso de cierre de la ceremonia del Premio Gabo 2025, el 26 de julio en Bogotá, Colombia. Leído tras la introducción de la maestra de ceremonias, Aida Bossa.

Gracias, Aida. Quiero empezar recordando un verso de tu canción: “No es blanca ni negra, es de colores. La vida es de colores”. Y lo digo porque estos 30 años han sido años de emociones muy intensas, de grandes esfuerzos para sobrevivir, pero sobre todo de resultados, de construcción de procesos y de un tejido de alianzas que nos permite hacer honor a la promesa, o por lo menos a una tercera parte de la promesa, de Gabriel García Márquez cuando, el 17 de marzo de 1995, dijo: “Bienvenidos a los primeros 100 años de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano”.

La Fundación ha mutado. Hoy en día tiene el nombre del fundador, de esa persona que cambió mi vida cuando me llamó. Yo era el director de Telecaribe, canal regional de televisión. Lo había conocido 10 años antes. Y me pidió que lo ayudara a sacar adelante unas ideas que tenía de hacer talleres para periodistas. Hicimos los talleres: hemos hecho miles y han participado decenas de miles de periodistas.

Y luego vinieron los premios. El Premio Nuevo Periodismo se llamó en una primera etapa. Lo hacíamos y lo entregábamos en México, en Monterrey. Y luego el premio se trasladó a Colombia. Se armaron nuevas alianzas para que el premio se consolidara y, para recuperar el espíritu de lo que en Monterrey llamamos “la cocina del periodismo”, nos inventamos un festival. Encontramos, inicialmente en la ciudad de Medellín, y en una alianza con Sura y con Bancolombia, la posibilidad de sacar adelante este proyecto y llevarlo hasta donde hoy está.

Llegó la pandemia, Bogotá nos acogió y estamos felices de estar acá. Hemos consolidado un proceso y, cuando veo los videos que se presentaron acá de los distintos aliados, empezamos a tomar en cuenta, por ejemplo, el caso de la CAF, con 22 años de apoyo; el caso de Bancolombia y Sura, con 13 años; y el de la ciudad de Bogotá, con 4 años. Podemos hacer una lista y ver que el paso del tiempo ha sido un paso de construcción y de forjar esas alianzas.

Todo ello ha sido posible porque hemos tenido varios elementos centrales que quiero destacar. Primero, una red enorme de periodistas que son los maestros de la Fundación, el Consejo Rector y la junta directiva, que nos han acompañado por tantos años. Quiero agradecerles de corazón todo el esfuerzo que le han entregado como formadores, como promotores del buen periodismo, como acompañantes de estos proyectos, a la Fundación Gabo. Gracias, queridos maestros.

Quiero agradecer igualmente a las instituciones con las que hemos trabajado; no solo a los aliados que he mencionado, sino a muchísimas otras que han hecho presentes en distintas etapas de nuestra existencia y que hoy, aquí en Bogotá, una vez más, se encuentran en el Festival Gabo y han convocado, y se han hecho presentes desde muchas partes, trayendo decenas, centenares de periodistas, más allá de los que han sido invitados y de los muchos que han venido por cuenta propia de distintos países a participar en estos tres días de festival.

Quiero también decir que todo esto ha sido posible, por supuesto, gracias a la inspiración de Gabriel García Márquez, un hombre que declaró con plena convicción su pasión por el periodismo y su certeza de que es el mejor oficio del mundo. Gracias, Gabo. Gracias

Quiero agradecer a Mercedes Barcha, que también se nos fue y que cogió la posta de Gabo en la presidencia de la junta directiva. Gracias, Mercedes.

Rodrigo y Gonzalo García Barcha, que nos han acompañado en años anteriores en el Festival y en el Premio, hoy en día son pilares de ese compromiso de la familia con el proyecto de la Fundación creada por Gabo. Gracias a Rodrigo y a Gonzalo.

Quiero destacar aquí la presencia de Mateo García Elizondo, escritor y guionista, que nos acompaña en representación de la familia. 

Todo este esfuerzo ha sido posible gracias a varias generaciones de colaboradores que han trabajado en equipo. Yo siento que estoy, como se dice, sobre hombros de gigantes. Gracias a las personas que han pasado a lo largo de estos 30 años entregando su inteligencia, su corazón, su compromiso y su energía a la Fundación Gabo. Quiero decirles: esto es un trabajo de equipo. En Cartagena somos casi 40 personas trabajando todo el año de manera constante. En las épocas de Festival y de Premio, este equipo se amplía con la red de colaboradores. Para ellos, mi agradecimiento más hondo. Quiero destacarlos y, por eso, voy a pedir que suban al escenario algunos miembros de ese equipo en representación de todos los demás.

Invito a Daniel Marquínez a que suba. Invito a Carolina Gómez. Invito a Miguel Montes. Invito a Laura Leiva. Invito a Omar Ladeutt. Invito a Iván Cárdenas. Ellos representan ese gran equipo y para mí es un honor trabajar con ellos.

Esta ha sido una noche hermosa. Los trabajos que hemos visto reafirman que el periodismo es la esperanza de hacer un frente humanista frente al oscurantismo que crece a nuestro alrededor.

Y en ese sentido quiero decir lo siguiente: en un mundo fragmentado, hostil con la verdad, donde la censura puede ser política, militar, económica o digital, donde la desinformación se propaga con precisión algorítmica, el periodismo es una herramienta indispensable para defender la libertad, la dignidad y la vida. Y frente a esa deshumanización, que ha quedado en evidencia en algunos trabajos —por ejemplo, el tratamiento de los migrantes, el autoritarismo político, la crueldad de la guerra y los genocidios—, nos inspiramos en los ideales de Gabriel García Márquez. Una vez más recordamos su preocupación y su compromiso con la denuncia de los horrores del mundo.

En este Festival hemos mirado tantas cosas. Durante dos días nos hemos preguntado cómo fortalecer el ecosistema de medios frente a la desinformación, cómo garantizar la libertad de prensa en contextos autoritarios, cómo incorporar la inteligencia artificial sin perder la dimensión ética del periodismo. También nos hemos percatado de la necesidad de advertirle al mundo que estamos yendo hacia caminos de censura global y de fuertes limitaciones a la libertad de expresión.

Una vez más quiero registrar de manera muy especial, entre los 150 invitados y entre las voces escuchadas, la de la periodista palestina Dima Khatib.

En nombre del Consejo Rector y del equipo de la Fundación, expresamos nuestra voz de solidaridad con los periodistas de Palestina. Gaza es hoy, paradójicamente, uno de los lugares —o el lugar— más peligroso del mundo para ejercer el periodismo y, al mismo tiempo, el más libre del mundo árabe para contar la verdad.

Protestamos contra el asesinato de 231 periodistas, masacre atroz que impide una información libre sobre la tragedia que vive Gaza. Cuando los periodistas están amenazados o condenados al hambre, cuando tantos han sido asesinados, el silencio se vuelve cómplice.

Ese silencio, precisamente, es lo que el periodismo iberoamericano —y nos lo demuestran los trabajos de hoy— ha intentado romper, como lo hemos hecho nosotros con nuestro trabajo durante más de tres décadas, con rigor, valentía y belleza.

30 años después seguimos creyendo en nuestro oficio como un bien público y creyendo que la única forma de preservarlo es desde la colaboración, la creatividad, la formación y el afecto.

Para todos los finalistas, para todos los ganadores, para todos los ejemplos de excelencia periodística que han sido reconocidos hoy, las más sinceras felicitaciones.

Por ustedes seguiremos 30 años más. Muchas gracias.