Gabriel García Márquez y Medellín
Discurso de Aníbal Gaviria Correa, Alcalde de Medellín, durante el lanzamiento del Premio Gabriel García Márquez de periodismo, que se realizó en Medellín, Colombia, el martes 8 de julio.
Hace 59 años, Gabriel García Márquez, un joven periodista que había conquistado a José Salgar, jefe de redacción de El Espectador, fue destinado a cubrir la tragedia de Media Luna, donde dos derrumbes sucesivos sepultaron a centenares de medellinenses: algunos habitantes de la zona afectada, la mayoría, curiosos que habían ido a reconocer el terreno. Era el 12 de julio de 1954. Su reportaje, publicado en tres ediciones del diario, hizo historia.
Aquel joven reportero se hizo maduro escritor que conquistó el corazón de sus lectores gracias a su magistral uso de la pluma, con la que no ha dudado para escribir la verdad de los hechos reales o de las realidades imaginadas por su mente magnífica, con tal dimensión estética que se hace inolvidable para quienes la leemos. ¿Quién que haya intentado escribir alguna frase no ha lamentado no tener el genio de García Márquez?
Ya los expertos en crítica literaria han ofrecido suficientes, y muy importantes, análisis sobre los cuentos, novelas y guiones del laureado escritor. Hoy, sin reclamar experticia en periodismo, sobre todo porque acumulo muchos años de alejamiento de los medios de comunicación, mi primer y recordado hogar profesional, me siento invitado a compartir con ustedes algunas de las reflexiones que a la Alcaldía de Medellín le suscita el nombre de Gabriel García Márquez, reportero raso, talentoso periodista literario –cuando aquel pomposo nombre ni existía- y respetado periodista de opinión, además de escritor incomparable.
Gabriel García Márquez es reportero, de los mejores. Y como tal ha hecho honor a la verdad periodística, una verdad tan compleja como la filosófica, así sea menos estudiada que esta. Gabo, el reportero, se iba a los rincones más oscuros, a los sitios más extraños, hablaba con todos y cotejaba sus voces, aun en tiempos en los que las noticias con una sola voz eran la costumbre profesional. Gabo, el reportero, visitó Medellín durante los días de la tragedia de Media Luna, auscultó sus voces, sus temores, sus gentes, para escribir una historia que precedería los magníficos reportajes de quien hizo de la calle y de los testimonios explorados entre todos los protagonistas del hecho, la base de una verdad construida desde los detalles significativos. ¡Qué ejemplo imborrable!
Darle a un premio periodístico el nombre de Gabriel García Márquez es invitar a editores y periodistas al ejercicio de la paciencia que se precisa para ir detrás de los detalles que forjan la historia y que le permiten al periodista encontrar los hechos que tejen las verdades invisibles en el atafago del afán, de la hiperconexión tecnológica, de la inundación de correos con noticias en su mayoría insulsas, porque las más impactantes no suelen salir de la oficinas de prensa, con perdón de mis compañeros de la Secretaría de Comunicaciones y de las Gerencias de Relaciones Públicas.
Gabriel García Márquez periodista de pasión y oficio dio a la palabra el valor que tiene; hizo del tejido de sus narraciones y de sus columnas de opinión, una red para atrapar a lectores que buscábamos la belleza de su pluma, nos encantábamos en sus frases construidas una a una, y nos quedábamos reflexionando en la fuerza de las ideas que estaban tan presentes en sus trabajos de reportero “feliz e indocumentado” y en aquellas valerosas columnas de opinión, con las cuales en no pocas ocasiones discrepábamos, en las que nos dio lecciones imborrables sobre derechos humanos, libertades sociales, democracia política y soberanía nacional.
Premiar a los periodistas recordando a su gran maestro es invitarlos a ser alumnos destacados en su determinación de conocer la palabra y su capacidad expresiva, en su empeño por convertirla en imagen precisa de las verdades que se quieren contar y en su esperanza de hacerla fuerza que genera ideas de cambio para construir un mundo más equitativo, respetuoso de la vida y creador de esperanza.
Muchos de ustedes se estarán preguntando, si yo estuviera en su lugar lo haría, por las razones que asisten a un gobierno local para unirse a la iniciativa de la Fundación Nuevo Periodismo que ha encontrado apoyo en Bancolombia y en el Grupo Sura, para convocar el premio internacional de periodismo Gabriel García Márquez.
Nos hemos unido a esta idea porque consideramos que América Latina tiene un camino especial para trabajar en sus dos grandes retos: generar iniciativas innovadoras que la hagan competitiva y desarrollar programas que creen equidad. Las alianzas público-privadas propician el encuentro de dos o más lógicas, pues en este caso nos encontramos también con el propósito educativo de la Fundación, para innovar en propuestas que resuelvan problemas evidentes.
Encontrar a quienes hacen periodismo con rigor, pasión, cuidado e innovación y destacarlos es crear ejemplos de lo que los jóvenes profesionales pueden desarrollar, es aportar a un saber y un hacer que construyen vida pública, es apoyar la innovación profesional.
Esta iniciativa de encontrar a los mejores en su campo e incentivarlos a que sigan desarrollando su saber y su hacer la estamos desarrollando en alianzas público-privadas en los sectores de la educación, con los premios a la calidad en la educación “Maestros para la vida”; también en los premios al emprendimiento motivados desde Cultura E y en el premio al diseño del Parque del Río, desarrollado con la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Creemos en incentivar el talento, la calidad en el trabajo, y lo seguiremos haciendo en nuestro día a día.
Hoy hemos reunido en esta presentación a nuestros aliados y a colegas periodistas con quienes hemos tenido oportunidad de compartir la profesión y ahora de estar en posiciones diferentes defendiendo los ideales de una sociedad más democrática, más equitativa, más amante y respetuosa de la vida. A ustedes quiero invitarlos a ser mensajeros de una convocatoria a los testigos de nuestro presente, primeros escritores de la historia que nos mirará en la distancia y desde allí nos juzgará.
Muchas gracias.